It is a question that we sometimes ask ourselves when we remember the heart of someone who is not to our liking and affection. But if we judge the other’s heart, also for justice and equity, we must judge our own.

Is our heart arid, desert, where there is only loose sand without any nutrients? Or instead, do we have fertile ground to cultivate, where a word, an experience, can change the heart in a good way and from there cultivate good feelings and actions?

This is a heart on the ground, that questions itself among a diversity of emotions represented in different bursts and shades of colors, what kind of heart it is, with fertile soil or not, open or closed so that a word, an experience, can germinate, grow and bear fruit in good and noble sentiments, or on the contrary, isolate itself in dryness and in everything harmful contrary to flowering.

Es una pregunta que a veces nos hacemos cuando recordamos el corazón de alguien que no son de nuestro agrado y cariño. Pero si enjuiciamos el corazón del otro, también por justicia y equidad, debemos enjuiciar el nuestro.

¿Es nuestro corazón árido, desértico, en donde sola hay arena suelta sin nutriente alguno? O en cambio, ¿poseemos terreno fértil para cultivar, en donde una palabra, una experiencia, pueda modificar el corazón de buena manera y de allí cultivar buenos sentimientos y acciones?

Este es un corazón en la tierra, que se cuestiona entre una diversidad de emociones representados en diferentes ráfagas y matices de colores, que tipo de corazón es, con tierra fértil o no, abierto o cerrado para que una palabra, una experiencia, pueda germinar, crecer y dar frutos en buenos y nobles sentimientos, o, por el contrario, aislarse en la resequedad y en todo lo nocivo contrario al florecimiento.